Mientras el resto de Europa, especialmente Francia, se
encerraban en la monarquías absoluta de origen divino, Inglaterra, ya
desde el el siglo XVII concibe otra forma de gobierno que inspirará a los
ilustrados (Voltaire, Locke, Montesquieu) y será la base de nuestras
democracias.
Su origen hay que buscarlo en las revoluciones del siglo
XVII que van quitando poder al rey dándoselo a nobles (que en el absolutismo) son sólo cortesanos que acompañan al rey mientras que en Inglaterra forman la
Cámara de los Lores) y a la burguesía (Cámara de los Comunes).
De esta manera el poder se encuentra repartido entre el rey
y los dos grupos. El Parlamento (doble) tiene, como nuevas funciones la de
aprobar los nuevos impuestos y tiene también iniciativa legislativa (hacer
leyes)
Cambios económicos y conflictos de intereses:
Hasta finales del siglo XVI, la
monarquía de los Tudor tuvo muchos intereses en común con los burgueses urbanos
y con los pequeños propietarios rurales de origen noble la gentry. Sus intereses coincidían en la lucha contra España por el
dominio de los mares atlánticos y por el empeño español en restablecer el
catolicismo en Inglaterra; y también en la lucha contra las familias más
poderosas de la nobleza inglesa —la aristocracia— que arruinaban el país con
sus guerras privadas. Pero esta alianza entre la monarquía, la gentry y los burgueses entró en crisis
durante los reinados de los reyes Estuardo.
En las primeras décadas del siglo
XVII, la riqueza de los burgueses dedicados al comercio y a la producción de
mercaderías aumentaba, y también la de la gentry,
cuyos miembros se diferenciaron del resto de la nobleza porque se dedicaron a
una actividad típicamente burguesa como el comercio.
Mientras tanto, disminuían los
ingresos de los nobles más poderosos que tenían como única fuente de riqueza la
propiedad de sus tierras. Muchos nobles comenzaron a depender de la monarquía
para sobrevivir, y los burgueses entraron en conflicto con el poder absoluto de
la monarquía que intentó poner límites al desarrollo de sus actividades
económicas.
La lucha por la nueva riqueza
El problema
era que los burgueses estaban generando y acumulando una riqueza a la que la
monarquía no podía acceder. Para obtener una parte de esa nueva riqueza la
monarquía propuso crear nuevos impuestos y aumentar los que ya existían. El
Parlamento se opuso porque sus miembros no podían controlar el destino del
dinero recaudado. La corona también intentó participar directamente en algunas
de las actividades industriales y comerciales, pero el resultado fue aumento de
precios, desocupación y descontento general. Para conseguir ingresos, la
monarquía comenzó a exigir antiguos derechos feudales y reforzó su alianza con
la jerarquía de la Iglesia Anglicana, integrada por grandes terratenientes.
La guerra civil y la abolición de la monarquía
El enfrentamiento por los
impuestos continuó. La corona comenzó a exigirlos aunque no tuvieran la
aprobación del Parlamento; y los burgueses comprendieron que los cambios
económicos que necesitaban sólo se alcanzarían a través de la lucha política.
Las familias de comerciantes y terratenientes más poderosas, relacionadas entre
sí por negocios comunes y que estaban representadas en las dos cámaras del
Parlamento, fueron el núcleo de la oposición al rey Carlos I con el objetivo de
lograr un gobierno que representara los intereses de los hombres de negocios.
Durante 1639 y 1640 los burgueses
se negaron a pagar impuestos. Pero la crisis se agravó cuando, en 1640, Escocia
pretendió separarse de Inglaterra y la Cámara de los Comunes se negó a aprobar
los fondos necesarios para equipar y pagar un ejército a las órdenes de Carlos
I. La mayoría de los comerciantes, artesanos y aprendices apoyaron a los
Comunes y en 1642 comenzó la guerra civil.
En los dos bandos enfrentados, el
parlamentario y el realista, había representantes de la nobleza y de los
burgueses. Lo que los diferenciaba era que los realistas tenían más fuerza en
las regiones agrícolas del norte y el Oeste del país, mientras que el
Parlamento encontraba el apoyo en el sur y en el este, regiones en las que
predominaban la industria y el comercio. También las ideas religiosas los
diferenciaban: el puritanismo respaldaba, en general, al Parlamento, y el
anglicanismo, como iglesia oficial, al rey. En el conflicto armado, venció el
ejército parlamentario que dirigía Oliverio Cromwell. En 1649, los nobles
fueron expulsados del Parlamento, se proclamé la república y el rey Carlos I
fue decapitado.
La Gloriosa Revolución:
Después de la muerte de Cromwell,
los burgueses más poderosos, que necesitaban paz y orden para sus negocios,
llegaron a un acuerdo con la nobleza y, en 1660, la monarquía fue restaurada en
la persona de Carlos II Estuardo. Por su parte, el rey aceptaba que
correspondía al Parlamento la elaboración de leyes y la aprobación de
impuestos.
Pero el acuerdo entre la
monarquía y el Parlamento se rompió cuando llegó al trono Jacobo II, católico y
con tendencias absolutistas. El nuevo rey no encontró apoyo para restablecer la
monarquía absoluta: la nobleza no era católica y, además, sabía que la mayor
parte de la sociedad no aceptaba una vuelta al pasado. Esto fue lo que llevó a
un nuevo acuerdo entre los nobles y los burgueses, quienes coincidieron en la
necesidad de destronar al rey y justificaron su propósito en las ideas del
filósofo inglés John Locke.
Convencidos de que el
destronamiento del rey en este caso era lícito, en 1688 nobles y burgueses
ofrecieron la corona de Inglaterra al príncipe holandés Guillermo de Orange con
dos condiciones: debía mantener el protestantismo y dejar gobernar al
Parlamento. Jacobo II, abandonado por casi todos los grupos sociales, dejó el
trono. Así, sin violencia, triunfó la Gloriosa Revolución (como la llamaron los
hombres de la época), que abolió definitivamente la monarquía absoluta e inició
en Inglaterra la época de la monarquía parlamentaría.
El parlamentarismo y el desarrollo del capitalismo:
Luego del triunfo de la Gloriosa
Revolución, en Inglaterra comenzó a funcionar un sistema de gobierno llamado
parlamentarismo. Este sistema aseguró la participación de los súbditos en el
gobierno del Estado a través del Parlamento.
Durante el siglo XVII, los grupos
comerciales y manufactureros más poderosos controlaron el gobierno
parlamentario con el fin de promover sus intereses económicos. Se eliminaron
los privilegios reales, aristocráticos y de las corporaciones, los monopolios,
las prohibiciones, los peajes y los controles de precios, que obstaculizaban la
libertad de comercio y de industria. Se crearon y fortalecieron instrumentos
que servían para el desarrollo de las nuevas actividades económicas: se creó el
Banco de Inglaterra y se generalizaron las sociedades anónimas, se difundió la
tolerancia religiosa y se protegió el progreso de la ciencia.
El Estado inglés promovió
especialmente el desarrollo del comercio y de la industria de manufacturas. El
Acta de Navegación, que en 1651 estableció que el transporte de todas las
mercaderías procedentes de o destinadas a Inglaterra debía hacerse únicamente
en naves inglesas, fue el origen del desarrollo de una flota mercante que
convirtió a Inglaterra en la dueña de los mares del mundo. Desde el 1700,
además, el Parlamento prohibió las exportaciones de lana en bruto y organizó el
establecimiento de artesanos extranjeros, con lo que sentó las bases del
desarrollo de la industria textil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario