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CARLOS V. PROBLEMAS INTERNOS Y EXTERNOS

LOS PROBLEMAS INTERNOS:
En 1517, Carlos I llegó por primera vez la península Ibérica, sin hablar castellano y rodeado de consejeros. Las Cortes le reclamaron un poco de atencion para que resolviese asuntos del reino, pero el monarca solo visitó España para recaudar dinero para plocamarse Emperador.

LAS REVUELTAS DE LOS COMUNEROS (1520-1521):
Al recibir muy poca atención por parte del monarca español, los ciudadanos de Toledo,Segovia, Ávila y Burgos formaron unas revueltas. Los Comuneros defendieron los privilegios y las libertades del reino, frente a la corte y al propio monarca.
El 23 de Abril de 1521, los comuneros fueron derrotados en Villalar. 
Los comuneros más destacados fueron Juan Bravo, Francisco Maldonado y Juan Padilla. Fueron ejecutados y solo en Toledo siguió la revuelta.

LAS GERMANÍAS (1521-1523)
Las Germanías de Valencia y de Mallorca, fueron artesanas y campesinas, con el fin de acceder a los cargos municipales y a la mejora de los arrendamientos campesinos. Mientras la revuelta comunera tuvo un transfondo político, las Germanías fueron principalmente conflictos de clases. Apelaron al monarca para que los defendiese, pero Carlos de alió con los nobles que finalmente ganaron en 1523.

PROBLEMAS EXTERNOS
Después de un enfrentamiento con Francia (1525-1544), su mayor rival, tuvo varios enfrentamientos con el monarca francés Francisco I, al que más tarde venció en la batalla de Pavía (1525).
La batalla de Pavía fue un enfrentamiento entre los franceses, al mando de Francisco I, contra los españoles, al mando de Carlos I. La batalla tuvo lugar en las afueras de Pavía, donde finalmente ganaron los españoles en 1525.
Además de los conflictos con Francia, Carlos I mantuvo una serie de guerras contra los Turcos (1529-1541). Estos, amenazaban con conquistar la zona del Danubio y el Mediterráneo y por eso Carlos I conquistó Túnez (1535).
Asimismo, se ocasionaron Guerras de Religión, ya que el apoyo de los principes alemanes al Protestantismo les enfrentó con Carlos I. El emperador tuvo que aceptar la Paz de Augsburgo (1555), en la que se aprobaba la igualdad entre el catolicismo y el protestantismo y la libertad religiosa de los Estados alemanes.


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