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FORMACIÓN REINOS CRISTIANOS

FORMACIÓN DE ASTURIAS, LEÓN Y CASTILLA
El reino de Asturias nació en el 718, cuando los nobles visigodos refugiados en las montañas del Norte, eligieron a Don Pelayo para reinarles, quién se negó a pagar el tributo a los musulmanes. Él ganó la batalla de Covadonga en el 722, hecho decisivo para la historia de España, porque este hecho inició la Reconquista.
Los sucesores de Pelayo continuaron con el reino, trasladaron la capital a Oviedo y ampliaron el territorio. La máxima extensión la alcanzaron con Alfonso III, quien en el 893 cambió la capital del reino a León, y así el reino pasó a llamarse Reino de León.
Al mismo tiempo, en la parte oriental del reino, se creó un condado, el Condado de Castilla. Este condado se llamó así por la cantidad de castillos que había en el lugar. A mediados del siglo X, con Fernán González, el condado se independizó de León, y poco tiempo después quedó sometido al reino de Pamplona, pero después de la muerte del gran monarca pamplonés Sancho III el Mayor en el año 1035, su hijo Fernando se hizo rey de Castilla. Durante dos siglos, los reinos de Castilla y León, fueron dos reinos distintos que se unieron y separaron varias veces, hasta que Fernando III el Santo unió los dos reinos en el 1230 y se creó la Corona de Castilla.

CONDADOS Y REINOS PIRENAICOS
Los francos también se asustaron con la llegada de los musulmanes a Hispania, y reforzaron la frontera en la cara sur de los Pirineos, creando la Marca Hispánica. Desde finales del siglo VIII los francos organizaron este territorio, y aparecieron los condados aragoneses, los catalanes y las tierras de Pamplona. Sólo ejercieron un dominio duradero sobre los condados catalanes, porque Pamplona y los condados aragoneses se independizaron al poco tiempo.
El primer territorio en independizarse de los carolingios fue el de los condados aragoneses, Aragón, Sobrarbe y Ribagorza
El siguiente fue el de Pamplona. Los habitantes de este reino consiguieron echar a los musulmanes a finales del siglo VIII, y después los carolingios les sometieron hasta que muy poco tiempo después, en el año 830, Íñigo Arista expulsó a los carolingios y se proclamó rey de Pamplona. Sus sucesores ampliaron el reino y Sancho III alcanzó la máxima extensión del reino, con el dominio de Castilla, Aragón, Pamplona Sobrarbe y Ribagorza, territorios que luego repartió entre sus hijos de esta manera:
El último, fue el territorio de los condados catalanes, que se independizaron en el 978, cuando Borrel II se rebeló contra los francos y convirtió el territorio en hereditario.

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