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Trabajo Pedro y Jose Ramón
Aunque el término “románico” fue acuñado por el arqueólogo Charles de Gerville, en 1820, para agrupar el arte europeo desarrollado desde el siglo V al XIII, en la actualidad, ha quedado reducido a la corriente estilística predominante en buena parte de la Europa cristiana desde finales del siglo X a bien entrado el XIII.
Desde la caída del imperio romano de occidente hasta el siglo X, Europa se sumerge en una de las épocas más oscuras de su historia. El ordenamiento social y político romano, junto al arte, la cultura y la ciencia se ven gravemente dañados.
Los desplazamientos masivos de pobladores, las grandes invasiones, las guerras contra normandos, húngaros y árabes, sumen al continente, salvo momentos y lugares concretos, en una situación de precariedad social.
Las plagas, la pobreza, el hambre y las guerras de la época parecen anunciar el fin del mundo, justificando el terror milenario que el hombre medieval siente durante las últimas décadas del siglo X.
Tras el cambio de milenio renace el optimismo. No sólo la vida continúa, sino que muestra una cara más amable, al mejorar las técnicas productivas y agrícolas, como los enganches a las bestias de tiro. También se inventa la herradura, el arado con ruedas y vertederas, y se comienza a usar la fuerza hidráulica para mover los molinos.
Estos avances influyen en un importante aumento de la demografía.
Desde el punto de vista exclusivamente arquitectónico el románico fue un esfuerzo continuo en construir templos perdurables con la mayor grandeza posible pero evitando su posible destrucción. En este empeño la arquitectura románica siguió un proceso evolutivo continuo de perfeccionamiento y de resolución de problemas tectónicos en busca de la altura y la luz.
Para ello el material empleado debía ser piedra fundamentalmente, aunque no se renunció a otro materiales como luego veremos. Otra condición ideal era que el templo debía estar abovedado. Esto era por dos razones: la primera, por dar mayor relevancia simbólica al edificio y otra, más práctica, para evitar los incendios que los techos de madera sufrían con cierta frecuencia.
Estos deseos llevaron a los arquitectos románicos a construir sus iglesias con grandes muros macizos de piedra que pudieran soportar los enormes pesos de las bóvedas. Los vanos, aunque deseados por el simbolismo de la luz, fueron practicados de manera más escasa que en el gótico -vanos estrechos y saeteras- pues suponían frecuentemente menoscabo de la resistencia de los muros. Como consecuencia secundaria, el interior de los templos románicos se envuelven en una tamizada luz que invita al recogimiento.
El sistema de empujes y contrarrestos de las bóvedas -mediante columnas, pilares, contrafuertes, otras bóvedas, etc.- se convirtió en el principal problema ingenieril a resolver y que no siempre se hizo con acierto, como sabemos por innumerables derrumbamientos producidos en diferentes épocas.
Escultura románica
El Neoplatonismo defendido por San Agustín generó durante gran parte de la Edad Media la certeza de que el mundo natural es sólo una apariencia intermedia tras la que se oculta la verdadera realidad trascendente de Dios.
En este contexto, el arte debe rechazar la representación de la Naturaleza tal como se percibe por los sentidos y se exige extraer las verdades ocultas y el orden lógico que se esconden tras las formas físicas.
De esta manera, las formas que adopta el románico se basan en una idea del arte desarrollado por y para la inteligencia humana, no para sus sentidos. No pretende, como otros estilos anteriores y posteriores, copiar fielmente la naturaleza circundante, sino conceptuar la belleza de una manera abstracta y racional.
En el campo de la arquitectura, esto se traduce en el exclusivo uso de geometría euclidiana, es decir, de las figuras geométricas más simples. Es una arquitectura de "escuadra y compás" donde cuadrados, círculos, cubos y cilindros, se disponen con un sentido estricto del orden y la simetría. La belleza y armonía que transmiten no es, por tanto, el resultado accidental del artista que por intuición desarrolla unas formas bellas, sino un hecho calculado.
PINTURA ROMANICA
La técnica de la pintura románica mural o al fresco y sus características estéticas
La llamada pintura mural, es decir la que cubría los muros de los templos, se basaba en la preparación de la pintura a base de pigmentos coloreados diluidos en agua de cal. Este tipo de pintura se aplicaba sobre la superficie mural a la que previamente se había añadido una capa de enlucido para alisarla (yeso, estuco...). La aplicación se hacía cuando el enlucido estaba aún húmedo. Al secarse, el conjunto adquiría gran dureza y resistencia
Al igual que la escultura románica, la pintura mural se integra con la arquitectura y sigue las reglas del "marco arquitectónico y esquema geométrico". Es decir, no se rige por imitación de la naturaleza sino por una conceptualización racional. Esto hace que las figuras sean planas, alargadas y sin perspectiva. Los personajes se escalonan y adoptan diferentes tamaños en función de su relevancia. Los ojos y manos adquieren desproporcionada dimensión pues son las partes de la anatomía humana más expresivas espiritualmente hablando.
Los colores empleados son intensos y brillantes (rojo, amarillo, naranja y azul) y se disponen en franjas contiguas de colores muy contrastadas entre sí. El color negro servía para perfilar las figuras.
Difusión
Probablemente lo más cierto que se pude decir de la pintura románica española y en general europea es que, en origen, se basaba en un concepto y generaba una impresión estética completamente diferente a la que tenemos ahora del románico.
Tras siglos de circunstancias azarosas y restauraciones basadas en conceptos erróneos, la pintura románica en los países europeos ha terminado casi por desaparecer dejando paso a la visión de los muros románicos completamente desnudos y el color de la piedra o ladrillo como único representante cromático.
Originalmente, la situación era muy diferente. Un edificio de época románica no se consideraba terminado hasta que sus materiales eran cubiertos por enfoscados y luego pintados. No sólo nos referimos a que la escultura monumental estaba pintada (algo evidente y que se puede todavía apreciar especialmente en algunas iglesias rurales gallegas y pero también en otras partes de España) sino que la inmensa mayoría de sus muros eran cubiertos de pinturas.
Si la comunidad donde se construía el templo tenía capacidad económica, se contrataba a talleres que creaban completos programas iconográficos. En caso contrario la decoración era más sumaria y se esperaba a que en años posteriores se pudiera emprender trabajos más ambiciosos.
Algo que aún puede sorprender más es que también la superficies exteriores de los muros eran enfoscada y pintadas.
Arte y Arquitectura Gótica
Una nueva sensibilidad para una nueva arquitectura
El estilo gótico se desarrolla en Europa, sucediendo al románico desde la cuarta década del siglo XII hasta bien entrado el XVI.
La denominación peyorativa "gótico" fue inventada por los eruditos del Renacimiento con sentido de desprecio a un arte que consideraban bárbaro (el "arte de los godos") muy inferior en consideración al arte grecorromano.
Sin embargo fue revalorizado y exaltado en el siglo XIX por los movimientos nacionalistas y románticos europeos y en la actualidad se considera universalmente como uno de los momentos más brillantes desde el punto de vista artístico, del mundo occidental.
Aunque el gótico sucede arquitectónicamente al románico del siglo XII, lo cierto es que ambas arquitecturas responden a principios inspiradores opuestos.
Como sostiene el gran experto Otto von Simson, con el gótico se produce una de las más radicales rupturas estilísticas que han conocido la arquitectura occidental.
La razón de tal revolución es el cambio de la mentalidad medieval sobre el conocimiento y la verdad existente. Los siglos XII y XIII contemplan la derrota del idealismo de Platón, defendido por San Agustín, que fue la base filosófica de los siglos altomedievales. Desde estas fechas, se recupera las filosofía basada en la preeminencia de los sentidos de Aristóteles, intensamente defendido por personajes de la talla de san Alberto Magno y santo Tomás Aquino.
Catedrales Góticas de España
La catedral románica de Burgo de Osma que debió estar muy relacionada, al menos en lo que a escultura se refiere, con el Monasterio de Santo Domingo de Silos, fue derribada alrededor de 1232 por el obispo Juan Díez, año en que se empezó a levantar la actual gótica.
Su estructura original es de presbiterio poligonal de siete lados rodeado de dos parejas de absidiolas semicirculares alineados, de forma similar al Monasterio de las Huelgas. Esta cabecera fue alterada en el siglo XVIII al abrirse una girola alrededor de la capilla central.
Luego se abrió un saliente crucero y tres naves de desigual anchura y altura. Por encima de los arcos formeros apuntados no se estableció triforio sino directamente el claristorio.
Pintura Gótica en España
Como en otras manifestaciones artísticas, la pintura gótica española recibe influencias de las corrientes góticas europeas.
Desde el siglo XIII hasta el XVI se produce una evolución que da lugar a tres variantes:
• Pintura Franco-Gótica o Gótico Lineal
• Pintura Italo-gótica o Gótico Internacional
• Pintura Hispano-Flamenca
Estilo Franco-Gótico o gótico Lineal
En Francia, durante la segunda mitad del siglo XIII y la primera del XIV se origina la dificultad de desarrollar la pintura mural debido a la ausencia de muros en las grandes construcciones góticas. Ello provoca que el interés principal de la actividad pictórica se dirigiera hacia las vidrieras y las miniaturas.
En este contexto, la pintura románica precedente va a sufrir influencias italianas (clasicismo de las figuras y las composiciones) y bizantinas (ordenamiento simétrico, elegancia y el recargamiento lujoso de las imágenes)
Nace así la pintura gótica lineal o franco-gótica, aplicada especialmente a los libros miniados y las vidrieras.
Tanto en unos como en otras, la técnica de representación se cifra en hacer resaltar las figuras, de colores planos primarios (azul, amarillo, rojo) muy intensos (para imitar el efecto de las vidrieras) y recortadas por líneas, sobre el fondo monocromo. El resultado final no es radicalmente distinto al del románico, pero en la pintura gótica lineal se produce menor hieratismo y mayor movilidad, con ciertas emociones representadas en los personajes.
Los mejores vidrieras francesas del siglo XIII se encuentran en Paris ( Notre-Dame y la Sainte-Chápele) y Charteres.
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