El Papa de Roma era la cabeza de la Iglesia y gobernaba su Estado propio: los Estados Pontificios. Poseía sus propios ejércitos aunque su poder militar era escaso. Pero sí tenía gran influencia al poder excomulgar a un rey que no se comportara adecuadamente. Esto suponía para el rey la anulación del juramento de fidelidad de sus súbditos.
Por debajo del papa la iglesia se dividía en:
- Clero secular, formado por obispos, arzobispos y sacerdotes.
- Clero regular, formado por las órdenes religiosas, encabezadas por un abad principal. Le seguían los superiores, los frailes, monjes y monjas.
Las parroquias y los monasterios eran unos señoríos más, ya que poseían tierras propias y tenían siervos que las trabajaban.
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