El papa proclamó a emperador en la Navidad del año 800.
Tras su fallecimiento en el año 814, su hijo Ludovico Pío (o Luis el Piadoso), que era de carácter débil y manipulable, asumió la corona del Imperio.
El Imperio fuerte y consolidado que heredó entró en decadencia tras las luchas internas por el poder, fomentadas en parte por sus hijos. A la muerte de Luis sus hijos se enfrentaron en distintos conflictos que acabaron con la firma del Tratado de Verdún (843) repartiéndose el Imperio carolingio. A Carlos el Calvo le correspondió la Galia; a Luis el Germánico, Alemania; y a Lotario, la Lotaringia o Francia Media.
Se puso fin así al Imperio Carolingio, que se deshizo aún más tras nuevas invasiones de pueblos bárbaros: árabes, húngaros y normandos.
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